Irán en las sombras: un análisis que la prensa occidental pasa por alto
Por: Gastón Saidman

Por: Gastón Saidman
Ante la amenaza de nuevas sanciones y tras un enfrentamiento con Israel que lo dejó profundamente golpeado, el gobierno iraní guarda silencio, pero no inacción. Aunque mantiene un tono abiertamente hostil, evita mostrar sus cartas, lo que debería generar preocupación.
Al estudiar la prensa árabe y distintos informes regionales, se hacen visibles ciertos movimientos políticos —tanto internos como externos— que sugieren que Irán no busca apaciguar la situación, sino reposicionarse estratégicamente.
Irán enfrenta una etapa de redefinición. Ya no puede permitirse depender exclusivamente de sus aliados tradicionales, especialmente después de la tibia —o nula— respuesta de China y Rusia durante la guerra con Israel.
Ahora es tiempo de reconstrucción. Pero cuidado: si Occidente, y especialmente Israel, creen haber ganado completamente, podrían estar subestimando una nueva fase más calculada y silenciosa de la política iraní.
A continuación, abordaré la situación actual de la política interna iraní, con énfasis en los movimientos institucionales más recientes. Luego, analizaré brevemente los cambios que se produjeron tras la llamada Guerra de los Doce Días con Israel. Por último, intentaré descifrar las medidas concretas que está tomando el gobierno iraní para rearmarse y avanzar con su programa nuclear, en un contexto cada vez más volátil y controlado desde dentro.
Situación interna: más unidad que oposición
Irán enfrenta desafíos económicos y sociales profundos. Sin embargo, el panorama político interno oscila entre posiciones extremas y moderadas. Hasta ahora, aunque se han registrado manifestaciones contra el gobierno, no existe una oposición política lo suficientemente fuerte como para influir realmente en las decisiones del régimen.
Estas protestas han generado en Occidente cierta esperanza de encontrar interlocutores internos con los cuales cooperar para un eventual cambio de gobierno. Pero la realidad es que tanto la sociedad iraní como la oposición parlamentaria están optando por la unidad interna, apoyando decisiones que se alejan de los intereses occidentales.
Es un punto al que debemos prestar especial atención, porque la idea de un partido o movimiento capaz de liderar una revolución favorable a Occidente sigue siendo, por ahora, una ilusión. A continuación, explicaré las razones detrás de esta realidad.
Política interior: Pazhakian y el capital de la crisis
El presidente iraní, Masoud Pazhakian, atraviesa un momento clave, en el que la crisis actual podría jugar a su favor. Conocido por su perfil moderado y su enfoque reformista, Pazhakian busca modernizar el país sin romper con sus raíces tradicionales. La guerra, en cierto sentido, le ofreció una oportunidad inesperada: unificar a la sociedad no solo contra Occidente, sino también contra sus rivales políticos internos.
Actualmente, el gobierno opera con una mayoría parlamentaria que le permite maniobrar con mayor libertad, incluso en temas sensibles. El objetivo central parece ser reconstruir el orgullo nacional tras la guerra, y para ello, gobierno y oposición están actuando en sintonía . La narrativa interna ya no gira en torno a divisiones políticas, sino a una causa común: la recuperación.
La crisis económica sigue siendo un punto débil. Internamente, se atribuye a la corrupción y al agotamiento de los recursos; como consecuencia, el gobierno ha recurrido a la emisión monetaria, lo que agrava la inflación. Para contrarrestarlo, se están realizando esfuerzos por implementar un sistema de toma de decisiones más eficiente, que permita coordinar mejor las acciones entre distintos niveles del Estado.
En el plano social, se han dado señales de apertura: por primera vez se han nombrado mujeres como viceministras y se ha designado a miembros de minorías étnicas y religiosas —como suníes y baluchis— como gobernadores. Estas medidas buscan no solo inclusión, sino reforzar la seguridad interna en zonas históricamente conflictivas.
La situación se complica aún más por las sanciones económicas, que afectan la confianza de los inversores y reducen drásticamente la inversión extranjera. A esto se suma el golpe que sufrió el programa nuclear iraní durante la Guerra de los Doce Días, lo que agudizó la crisis existente.
Sin embargo, lejos de ceder, Irán parece tener un plan claro: apaciguar a Occidente mediante una ofensiva diplomática, sin renunciar a su proyecto nacional.
Inserción regional: Shanghái y la Ruta de la Seda

La participación de Irán en la Cumbre de Shanghái refleja también el cambio en el equilibrio de poder regional impulsado por el ascenso de China. Si bien a primera vista puede parecer que Irán está aislado —dado que China es prácticamente su único comprador de petróleo—, desde la mirada iraní esta relación tiene valor estratégico.
Las exportaciones energéticas sostienen su economía y, al mismo tiempo, garantizan una mínima protección diplomática. Además, Irán apuesta a convertirse en un centro logístico regional en el marco de la Nueva Ruta de la Seda, y está invirtiendo en infraestructura con ese fin. Para Teherán, esta inserción en la órbita asiática no es un retroceso, sino una alternativa real a su exclusión de los mercados occidentales.
Política internacional y agenda nuclear: diálogo bajo sus condiciones
El 23 de agosto, Reza Najafi, embajador y representante permanente de Irán ante el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), informó sobre una serie de reuniones con funcionarios del organismo para discutir el futuro de las relaciones en un contexto de crecientes amenazas de sanciones.

Según Najafi, las conversaciones fueron “muy positivas” y existe la posibilidad de reanudar la cooperación en un futuro cercano. Sin embargo, aclaró que antes debe resolverse un obstáculo legal clave: el Parlamento iraní ha aprobado una ley que anula todos los acuerdos previos de cooperación con el OIEA.
Esto significa que, aunque el diálogo técnico continúa, cualquier avance formal depende de una decisión política de alto nivel.
Pese a ello, el 27 de agosto se realizó una nueva inspección del OIEA en Irán, aunque claramente bajo condiciones impuestas por Teherán.
¿Qué exige Irán para cooperar con el OIEA?
Para que Irán retome plenamente la cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica, ha impuesto una serie de condiciones claras que elevan la exigencia diplomática. En primer lugar, toda colaboración debe garantizar el respeto a la integridad territorial del país, la protección de sus científicos nucleares y el reconocimiento pleno de sus derechos soberanos. Además, cualquier inspección futura deberá contar con la aprobación expresa del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, lo que centraliza el control político sobre estas decisiones. Por último, Teherán exige garantías concretas de seguridad: el OIEA no solo deberá comprometerse a proteger sus instalaciones, sino también condenar públicamente los ataques que han sufrido sus plantas nucleares, acciones que Irán atribuye directamente a Estados Unidos e Israel.
Unidad política y social: una línea dura consolidada
Como se ha mencionado a lo largo de este artículo, si bien una oposición real no existe, lo que sí se ha consolidado es una unidad política notable. Los partidos no solo están alineados en foros internacionales, sino que internamente, el Parlamento ha aprobado leyes clave, como el fortalecimiento del ejército y, sobre todo, del sistema de defensa antimisiles.
Irán puede parecer vulnerable, pero silenciosamente está tomando decisiones estratégicas —en lo interno y lo externo— para avanzar no hacia el futuro que Occidente desea, sino hacia un Irán más fuerte, que ya no se siente atado a las exigencias del OIEA, e impone sus propios términos sobre quién entra al país y bajo qué condiciones.
Occidente debe entender que, aunque Irán aún no esté listo para el próximo ataque, lo preocupante es que podría estarlo… esta vez, con capacidad nuclear.
Conclusión: el riesgo de confiarse
Por lo tanto, declarar que el programa nuclear iraní ha sido derrotado puede ser cierto hoy, pero la complacencia sería un error histórico. La arrogancia occidental ya se ha despertado más de una vez con un grito de dolor. Y si no vigilamos de cerca cada paso que da Irán ahora, podría volver a ocurrir. No debemos olvidar su afán de venganza.