Gaza, Hamás e Israel: ¿cuánto dura una paz firmada con fanatismo?

Por: Gastón Saidman

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=NvWTQs15Tnw

Existen expectativas positivas ante los últimos acuerdos presentados en la prensa como una posible solución efectiva al conflicto entre Hamás e Israel. Lo cierto es que en el ambiente se respira una sensación de paz, alivio y tranquilidad tras dos años de guerra que han influido en la moral social de la zona. No obstante, muchos de nosotros somos conscientes de que estas sensaciones podrían ser momentáneas.

Para quienes solo conocen el acuerdo de forma general, a continuación resumo sus principales puntos: la liberación de todos los secuestrados, el cese de los ataques israelíes contra objetivos en la Franja de Gaza, el ingreso masivo de ayuda humanitaria, la reconstrucción de las zonas afectadas y la esperanza de acceder a tratamientos médicos innovadores que mejoren la calidad de vida en la región.

Sin embargo, conociendo la cultura política de la región y, especialmente, la que impera en Gaza, no podemos pasar por alto que Hamás no solo es una organización terrorista, sino también un actor político que influye desde hace décadas en la población gazatí, así como en la opinión general de la sociedad palestina o pro-palestina. Esta, al parecer, ignora los ataques perpetrados por Hamás el cruel 7 de octubre de 2023 contra civiles israelíes, y continúa reconociendo a dicha organización como el único representante legítimo del pueblo palestino.

El problema es el siguiente: subestimar a Hamás por el hecho de no contar con armamento convencional es un error. La influencia ideológica de esta organización, basada en la destrucción del Estado de Israel, se ha cultivado desde su fundación en la década de 1980. Su presencia se fortaleció en la opinión pública tras los Acuerdos de Oslo, en la década de 1990, y alcanzó su punto álgido con la división de la Autoridad Palestina en 2007, cuando tomó el control de la Franja de Gaza.

Este control incluyó los territorios evacuados por Israel durante el “Plan de retirada unilateral” de 2004, impulsado por el entonces primer ministro Ariel Sharon, con la esperanza de que esa renuncia territorial conmoviera al mundo, y en especial al pueblo palestino.

Lo trágico fue la dura realidad que despertó a Israel el 7 de octubre de 2023: un ataque masivo lanzado precisamente desde los territorios que Israel había abandonado, lo cual confirmó los temores de muchos analistas que, en su momento, fueron descalificados como extremistas. El enemigo, como advirtieron, no buscaba la paz.

Hoy, quizás, debamos pedir disculpas a quienes vieron venir lo que muchos se negaron a aceptar. La masacre del 7 de octubre demuestra que, al menos desde Gaza, no hay un interés real en alcanzar una paz duradera.

La ideología como arma principal

Admito que no es fácil explicar este título sin una aclaración previa. En resumen, puede decirse que, en Medio Oriente, la influencia ejercida a través de la ideología es considerablemente más poderosa que aquella basada en incentivos económicos, como suele ocurrir en gran parte del mundo occidental.


Fuente:
https://www.youtube.com/watch?v=epewYyqBT8s

La ideología de Hamás, como se mencionó anteriormente, se basa en la destrucción del Estado de Israel, y para ello cuenta con el respaldo de Catar, lo que le ha permitido actuar con mayor libertad en su ofensiva.

Esta ideología de exterminio contraria a los valores de la cultura occidental, de la cual Israel forma parte fundamental no se sustenta en un pensamiento social moderno y colectivo, sino en una interpretación extrema de las leyes religiosas islámicas.

Precisamente, Israel acaba de firmar un acuerdo basado en valores que ya no coinciden con la visión de su enemigo; principios que responden a una perspectiva occidental. Si analizamos el pasado, cada vez que Israel optó por la rendición o la concesión, la respuesta fue catastrófica. Porque en Medio Oriente, la idea de llegar a un acuerdo para luego rendirse no es, ni ha sido, el camino correcto.

El acuerdo no llevará a Hamás a proteger ningún interés del pueblo de Gaza ni, mucho menos, el interés palestino en su conjunto. Estamos hablando de una organización asesina que se rige por una ideología que considera la devoción a la supuesta promesa divina para quienes participan en la yihad (guerra santa) como una expresión de lealtad a su causa.

El acuerdo limita la actividad militar de Israel y, en parte, nos recuerda a los Acuerdos de Oslo y al plan de retirada unilateral, que le dieron mano libre a Hamás para perseguir su nefasto objetivo. ¿Podríamos estar ante una situación similar de nuevo?

Esperemos que no. Esperemos que Occidente esté atento a los movimientos de Hamás, porque, aunque se haya firmado un armisticio por llamarlo así, eso no garantiza que no nos despertemos, dentro de unos años, con otra sorpresa.

Ahora debemos hacer todo lo posible para debilitar la influencia de Hamás y lograr su derrota total. Sin esa fase, Gaza quedará bajo su control y el problema no se resolverá.

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