Después de las elecciones en Turquía
De un proceso de paz a la guerra: a lo largo de los veinte años de su gobierno, las relaciones entre el presidente de Turquía y los kurdos han experimentado cambios significativos, hasta el punto del conflicto armado. ¿Qué hay detrás de las diversas estrategias de Erdogan con respecto al 20 por ciento de la población de Turquía y cuáles son las perspectivas para el futuro?
Las elecciones generales en Turquía de mayo de 2023 renovaron el conflicto ya conocido entre el régimen turco con la población kurda. El presidente Recep Tayyip Erdogan considera las tres partes de Kurdistán (excluyendo la ubicada dentro de Irán) como un “Lebensraum” turco, lo que refleja sus tendencias neo-otomanistas expansionistas, así como la percepción general de amenaza con respecto a los kurdos. Si bien en la reciente campaña electoral, Erdogan logró maniobrar y evitar que el partido kurdo influyera en la opinión publica, y así situar las elecciones a su favor, mientras los kurdos una vez más no supieron leer el mapa correctamente y es probable que por eso paguen el precio.
La estrategia de Erdogan
La política utilizada ante la comunidad kurda por el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha demostrado iniciativa y versatilidad, mostrando apertura por un lado y mano de hierro por el otro. Dado que considera la región kurda como una esfera sin fronteras, sus acciones se extienden más allá de las fronteras de Turquía. A su juicio, existe una sinergia entre todas las partes, que funcionan como “mediadores”, las cuales deben ser tratadas. Este enfoque ha producido tres estrategias integradas que varían según la percepción de la amenaza o las oportunidades emergentes:
*Un proceso de paz con los kurdos en Turquía, que en 2016 se convirtió en guerra.
*El debil status turco en el Kurdistán iraquí, que se ha convertido con el tiempo en un vínculo estratégico, con un comercio mutuo que alcanza un promedio anual de 14.000 millones de dólares.
Durante los primeros trece años de su gobierno, Erdogan siguió una política conciliadora hacia los kurdos en Turquía (que constituyen alrededor del 20 por ciento de la población), esta incluyó el lanzamiento de un proceso de paz con los líderes kurdos, incluido el movimiento guerrillero PKK, pero, ¿Qué impulsó esta política inicial y qué lo llevó a cambiar de rumbo? La política conciliadora inicial de Erdogan tenía cinco motivos principales. El primero, y el más importante, fue su deseo de distanciar a los militares de la escena política: para debilitar a los militares, tuvo que calmar la cuestión kurda, quitando la alfombra bajo los pies del ejército. Un segundo motivo importante fue el intento de facilitar la admisión de Turquía en la Unión Europea, exhibiendo una fachada de un régimen liberal y democrático que otorga derechos civiles a las minorías étnicas. El tercer motivo fue su esperanza de obtener el apoyo de los votantes kurdos en varias campañas electorales. El cuarto fue el deseo de fortalecer la economía a la luz de los fuertes gastos asociados con el mantenimiento de las fuerzas armadas y la lucha contra el PKK. En quinto lugar, el deseo de Erdogan de promover las relaciones de Turquía con la región kurda de Irak, que se ha convertido en parte de la esfera de influencia turca desde la ocupación de Irak en 2003. Al hacerlo, Erdogan utilizó al liderazgo kurdo iraquí como un medio para promover los intereses electorales entre los kurdos en Turquía.
Ya en 2006, Turquía lanzó lo que se conoce como el “proceso secreto de Oslo” con el PKK, que se prolongó hasta 2011. Paralelamente, en 2009 se inició un proceso de paz abierto que duró hasta 2015 y trajo beneficios culturales y económicos que los kurdos nunca habían disfrutado antes. Esto sirvió de base para el fortalecimiento del Partido Democrático del Pueblo Kurdo. Las conversaciones secretas se filtraron en 2011, lo que paradójicamente también condujo a la aceleración de las negociaciones abiertas con el PKK. Mientras estaba en prisión, el líder del PKK, Abdullah Öcalan, anunció el 21 de marzo de 2013 un alto el fuego unilateral y pidió a los combatientes del PKK que se retiraran de Turquía a Irak. El negociador designado por Erdogan para esta fase de las conversaciones fue el líder del HDP, Selahattin Demirtaş.
Sin embargo, las relaciones se han deteriorado desde 2015, debido principalmente al “éxito excesivo” de los kurdos, que comenzaron a representar una amenaza para Erdogan. Demirtaş desafió a Erdogan en las elecciones presidenciales de 2014 y obtuvo el 10 por ciento de los votos, a pesar de su ínfima participación frente a Erdogan, que obtuvo más del 50 por ciento, la propia candidatura y la imagen del carismático Demirtaş como el “Obama kurdo” suscitó las preocupaciones del líder indiscutible. Otra razón del deterioro fue el creciente poder del PKK en Siria: en julio de 2014, ISIS lanzó ataques contra la ciudad de Kobani, lo que marcó un punto de inflexión en la consolidación de la influencia del PKK en la región kurda de Siria. La guerra contra ISIS fue librada por las fuerzas kurdas sirias, el YPG, que de hecho era una rama del PKK. Aproximadamente el 50 por ciento de la fuerza consistía en combatientes del PKK, que habían llegado desde sus bases en Irak. La participación de Estados Unidos en apoyo de los kurdos solo agregó combustible al fuego y aumentó los temores de Erdogan.
La gota que colmó el vaso fueron las elecciones parlamentarias celebradas en junio de 2015. El partido gobernante, el AKP, no consiguió la mayoría necesaria para cambiar el sistema de gobierno, de parlamentario a presidencial. Los votos tan necesarios fueron “robados” por el partido kurdo HDP, que celebró un logro sin precedentes al obtener el 13 por ciento de los votos y 80 escaños en el parlamento. Los intentos de Erdogan de formar una coalición con el HDP no rindieron frutos, y esto a su vez lo llevó a los brazos del partido nacionalista extremista, el MHP.
Otro movimiento kurdo percibido como una seria amenaza para Turquía fue el referéndum de independencia, celebrado en la región kurda de Irak en 2017. En consecuencia, en varios momentos desde 2015, Erdogan ha tomado una serie de medidas contra las tres partes de Kurdistán. En 2016, el ejército turco lanzó un ataque contra toda la región kurda de Turquía, que provocó la muerte de 6.366 personas, la mayoría de las cuales eran miembros del PKK. El brazo político del partido, así como la población kurda en su conjunto, han sido atacados desde entonces. El movimiento más radical fue el encarcelamiento de Demirtaş, junto con miles de otros activistas turcos. La razón oficial fueron los vínculos de Demirtaş con el PKK, una vez alentado por el propio Erdogan para ser el intermediario con Öcalan.
Al mismo tiempo, el ejército turco lanzó un ataque en el área de Jarablus en Siria, con el objetivo de evitar que las YPG tomaran el control de la región, seguido de dos ataques terrestres masivos en 2018 y 2019. En paralelo, Turquía continuó con sus ataques contra las bases del PKK en la región kurda de Irak, además de frustrar los esfuerzos de este último por lograr la independencia.
¿Dónde fallaron los líderes kurdos?
El enfoque y el modus operandi de la principal organización kurda, el PKK clandestino, fundado en la década de 1970, son en efecto un reflejo de Erdogan. Al igual que él, la organización considera todo el Kurdistán como su esfera de influencia, por lo que el PKK también opera en todos los ámbitos: ha establecido bases en la región kurda de Irak, así como organizaciones propias, tanto en Siria ( PYD) e Irán (PJAK).
Cuando un movimiento kurdo civil fundado en Turquía en la década de 1990 trató de participar en las elecciones generales turcas, el PKK trató de imponerle sus propios términos, lo que llevó a una competencia encubierta entre los dos movimientos. Quizás la presión del PKK fue la razón de la renuencia de los líderes civiles a apoyar a Erdogan y unirse a su coalición en 2015, lo que lo llevó a los brazos del partido nacionalista extremista.
Otro grave error por parte de la dirección militar del PKK fue el establecimiento de sus bases en el seno de la población civil del sureste de Turquía. Cuando el ejército turco finalmente atacó la región en 2016 y 2017, la población kurda sufrió los daños más severos, que incluyeron la pérdida de vidas, la destrucción de hogares y la anulación de los muchos logros alcanzados por el brazo civil del partido kurdo.
La consolidación del PKK en el Kurdistán iraquí ha llevado al establecimiento de unas 40 bases turcas en la región y a continuos ataques, supuestamente dirigidos contra el PKK, pero que transmiten un fuerte mensaje a los líderes kurdos en Irak. La política del PKK también ha creado fricciones entre los líderes del GRK y el movimiento. Otro error por parte del PKK fue su insistencia en mantener un alto perfil en la región kurda autónoma de Siria, lo que llevó en brutales ataques turcos allí también.
Un problema adicional al que se enfrentan todos los kurdos es el mapa geoestratégico y tecnológico, que ha cambiado considerablemente desde que Turquía comenzó a desarrollar sus propios UAV y diversas herramientas de inteligencia, frente al cual las organizaciones kurdas no tienen una respuesta adecuada. Estas innovaciones refutan el dicho kurdo de que “los kurdos no tienen más amigos que las montañas”, ya que ni siquiera las montañas les brindan protección contra los UAV turcos que atacan las tres partes de Kurdistán sin obstáculos. Además, los movimientos kurdos que operan en Irak, Turquía y Siria no han logrado unir fuerzas y, en cambio, han caído en la trampa de “divide y vencerás” tendida por Erdogan. De hecho, los partidos y organizaciones kurdos no demostraron flexibilidad política y carecieron de habilidades diplomáticas básicas, por lo que pagaron un precio muy alto.
Que se ganó y qué se perdió durante las recientes elecciones
Antes de las elecciones de 2023, se esperaba que Erdogan intensificara los ataques contra los kurdos en Siria y otras partes de Kurdistán, como parte del cumplimiento de sus recientes amenazas. Sorprendentemente, siguió una política inversa y redujo significativamente el número y la intensidad de los ataques en todas partes de Kurdistán, en comparación con el año anterior. La lógica detrás de la medida de Erdogan fue su deseo de no empujar a los votantes kurdos a los brazos del partido kurdo.
Por su parte, el HDP cambió de nombre en vísperas de las elecciones y se adhirió a otro partido de izquierda por temor a ser ilegalizado, como sucedió ocho veces antes con los partidos kurdos. Pero a pesar de su apoyo a la oposición, encabezada por Kemal Kılıçdaroğlu, el HDP no recibió el respaldo de la oposición en la segunda vuelta, ya que esta última hizo declaraciones nacionalistas y antikurdas con la esperanza de derrotar a Erdogan. Así, ambos bandos hicieron de los kurdos su saco de boxeo en la segunda vuelta de las elecciones, dejándolos completamente con las manos vacías. Por un lado, los kurdos fueron atacados por Erdogan y el partido gobernante, quienes arrestaron a sus líderes en vísperas de las elecciones, acusándolos de apoyar el terrorismo; por otro lado, la oposición también trató de alienarlos en un intento por ganar los votos de los nacionalistas turcos. Al enterarse de los resultados de las elecciones, Demirtaş anunció su retiro del partido y pidió sangre política fresca, así como una revisión de las prácticas existentes del partido kurdo.
De cara al futuro, la victoria de Erdogan en la segunda vuelta puede empujarlo a continuar con sus políticas en los tres frentes kurdos: en Siria, puede intentar llegar a un entendimiento con el presidente Bashar al-Assad para erradicar allí la autonomía kurda; ampliar significativamente el poder blando de Turquía en el GRK; y esforzarse por debilitar al partido kurdo en la propia Turquía, que siempre ha apoyado a la oposición a su régimen.
Por: Ofra Bengio
Fuente: INSS
Traducción: Gastón Saidman
Ofra Bengio:
La profesora Ofra Bengio es investigadora asociada sénior en el Centro Moshe Dayan de Estudios Africanos y de Oriente Medio de la Universidad de Tel Aviv.