Israel gana en el campo de guerra pero pierde contra la desinformación
Por: Gastón Saidman

Israel se enfrenta oficialmente ante una paradoja la cual numerosos analistas especialmente del exterior pero que habitan en Israel vienen advirtiendo. Esto no es algo que comenzó con el 7 de octubre, es un pesar que la administración gubernamental israelí viene arrastrando desde hace años.
La actual guerra con Irán ha puesto a prueba la eficacia militar de Israel, un logro ampliamente elogiado mucho antes, si recordamos la famosa operación de los bíperes. Hoy, a lo largo de la historia, el ejército israelí, junto con su servicio de inteligencia más famoso, el Mossad, ha llevado a cabo una larga serie de operaciones que, más que películas de acción, algunas podrían considerarse de ciencia ficción.
Estos sofisticados logros en el campo de batalla crean la imagen de un ejército fuerte en la región, pero carecen de incentivos en la mentalidad occidental. Las victorias militares de Israel no se consideran un acto de defensa, sino una excusa para deslegitimar su estatus como estado y alimentar el antisemitismo.
En la actual guerra tibia, organizaciones que se jactan de defender los derechos humanos, como las Naciones Unidas y los medios de comunicación, han logrado retratar a Israel como el nazi del siglo XXI. Esto también se ha logrado mediante la desinformación y la violencia, alimentadas por la influencia negativa de la prensa y de países que desean el colapso del gobierno israelí.
La mentalidad occidental de Israel busca resultados inmediatos y, por lo tanto, no supo desarrollar con el tiempo una narrativa como la palestina, que comienza negando cualquier conexión entre el pueblo judío e Israel, y que con el tiempo ha llegado a influir en la opinión pública y la sociedad mundial. El problema surge cuando Israel no sabe cómo abordar este fenómeno, o más precisamente, a veces parece que no comprende la importancia de no mostrar interés, y hoy está pagando un precio muy alto.
Una de las cosas que el islam radical ha hecho bien es introducir sus objetivos terroristas criminales en otras culturas, independientemente de la religión o la paz. Este juego, que ha estado jugando con dobles discursos a Occidente durante años, se está practicando en círculos muy respetables del mundo moderno, como el académico. Estudiantes occidentales, entusiasmados por formar parte de la historia tal como se cuenta en los libros, se unen a la causa palestina sin tener una idea clara de lo que está bien y lo que está mal. No nos confundamos: es posible expresar una opinión en contra de la política israelí y debatirla de aquí a mañana. Sin embargo, si, al defender la causa palestina, no se tiene en cuenta la amenaza de Hamás ni lo ocurrido el desastroso 7 de octubre de 2023, se está apoyando inconscientemente la Yihad Islámica o la Guerra Santa, que se libra mediante el terrorismo. En especial si nos fijamos en países del tercer mundo, los cuales ven en parte la lucha palestina como algo en común en contra del imperialismo.
Israel parece haber ignorado por completo esta amenaza. Ante las narices de Occidente, la infiltración del islam radical, por un lado, alienta abiertamente el genocidio en el mundo árabe mediante la distribución de los vídeos del 7 de octubre y, por otro, utiliza a sus aliados occidentales, como Sudáfrica, para condenar a Israel por genocidio ante la Corte Penal Internacional. Estas actividades también cuentan con el apoyo de Irán y las posturas cataríes de la Hermandad Musulmana, que utilizan el antisemitismo para presentar a Israel como un país opresor.
Este modelo liderado por Irán, logra el objetivo y los resultados se ven en como están creciendo los incidentes antisemitas en Europa y Norteamérica. Creo que la respuesta de Israel y sus aliados es lanzar una ofensiva decisiva exponiendo las mentiras y la desinformación del enemigo 24/7 a través de los medios de comunicación convencionales y las redes sociales, como las afirmaciones de que las Fuerzas de Defensa de Israel atacan deliberadamente a civiles inocentes, mientras que el Ministerio de Salud de Hamás falsifica el número de muertos enGaza.
Israel debe unirse al llamado Octavo Frente y prepararse para la guerra cibernética, invertir más en medios no convencionales, replantear la narrativa que puede abordar las guerras palestina e iraní, basadas en la destrucción del Estado sionista en lugar de la coexistencia, y, a la luz de las horribles acciones de Hamás, transferir parte de la responsabilidad al gobierno palestino para que pueda rendir cuentas.
Existe un gran potencial para trabajar con las comunidades árabes cristianas y los musulmanes moderados, para cooperar con los países en sistemas de inteligencia, para fortalecer el espíritu de los Acuerdos de Abraham para la normalización y la seguridad regional, y para transmitir el mensaje de que Israel no es responsable de la desestabilización de la región.
Así como Israel se ha dedicado a sus operaciones militares, como en el caso de los bíperes, debe fortalecer de igual manera su posición en la opinión pública.