Se puede llegar a un alto el fuego, pero sin ignorar lo siguiente

Por: Gastón Saidman

Un año después del inicio de la guerra de las “Espadas de Hierro”, la sociedad israelí atraviesa una crisis de la que será difícil salir psicológica, política y socialmente, y es que el  el mundo necesita entender que para los judíos esta no fue la experiencia de un ataque al que lamentablemente ya se habían acostumbrado y siempre supieron reaccionar y seguir adelante. Hoy, después de lo que vivieron el 7 de octubre de 2023 y en el ante la oposición negativa de países como España o Sudáfrica y otros, el pueblo de Israel siente que tiene que enfrentarse nuevamente al trauma del holocausto, sí, enfrentar a un mundo que quiere eliminarlos, que cuando vieron cómo los terroristas brutalmente asesinaban, incluso filmaron esas atrocidades, en lugar de cooperar para acabar con Hamás y devolver a los ciudadanos secuestrados. Los judíos deben escuchar nuevamente las declaraciones insensibles como la del presidente de España, Sánchez, o de Sudáfrica que quiere juzgar a Israel por su reacción, pero nada contra el acto terrorista, ignorando todo el desastre cometido por Hamás en territorio israelí sin siquiera clasificar estos actos como crímenes contra la humanidad, y transfiriendo toda la responsabilidad al Estado de Israel.

Lo que los analistas parecen ignorar es que la respuesta de Israel fue muy diferente a conflictos anteriores, esta vez Israel no cedió al primer llamado de alto el fuego y por lo contrario utilizó toda su fuerza y ​​experiencia en el campo de batalla y en el campo de inteligencia, y durante un largo período consiguió logros que dejan de lado a los operativos más atrevidos de James Bond en el sentido más cinematográfico de la palabra.

Israel está en una posición decidida a seguir, y esto debe ser lo que molesta al mundo, hoy no se queda callado con sólo un acuerdo y al contrario sigue luchando y esta vez es hasta el final. Lo notamos no sólo en Gaza, sino también en el frente norte gracias al pulpo del ejército israelí que se está expandiendo hacia el sur del Líbano. La sensación como marca del principio de que una vez más el pueblo judío está bajo una amenaza existencial no da lugar  al Judío moderado que conocemos el cual pretendará llegar a un acuerdo a través del diálogo. No, eso pertenece al pasado.

Lo que llama la atención tanto del lado israelí como en la opinión universal sobre el conflicto, independientemente de la facción, es cuánto tiempo dura la guerra. Hay una actitud en el ambiente de que podría haber terminado antes con un acuerdo para devolver a los israelíes secuestrados, pero Israel no olvida lo sucedido, lo cual es casi imposible que eso suceda de inmediato. Explicarle a ese marido que el asesino de su esposa queda liberado del acuerdo y que él mismo seguramente quedará excento del castigo como pidió Sinwar es algo difícil de entender y lo digo con todo el dolor, pero esta vez Israel no iba a dejarlo ir, más aún para dar oportunidades a los terroristas involucrados el 7 de octubre, que aunque la prensa los llame Hamas, debo recordarle al público que la mitad de los que cruzaron las fronteras de Gaza eran ciudadanos comunes que no pertenecían a la organización y muchos de ellos trabajaban en territorio israelí, pero parece que el presidente Sánchez, Sudáfrica o cualquiera que critique la respuesta israelí no hace caso a esto, o de cómo no hablaron mucho sobre cómo Hamas terminó bombardeando su propio hospital. Tal vez estos líderes estén de acuerdo con eso, y por eso tal vez se opongan al régimen israelí.

En conclusión, volviendo al tema del título, fue importante para mí enfatizar algunas cosas para estimular la percepción del lector, entre otras por qué Israel no detiene esta guerra, pero especialmente quiero dar a entender que la guerra se expandirá mucho más incluso después de las grandes operaciones que se han llevado a cabo, y esto se debe a que tenemos un largo camino por recorrer para acabar con el terrorismo, y menos aún en una era en la que los gobiernos apoyan estas nefastas actividades libremente y sin sentido de culpa.

La actitud del enemigo no nos muestra una derrota

General de brigada Yossi Kuperwasser

Está claro que Israel ha logrado dañar gravemente a Hamás y a Hezbolá, pero todavía tiene que hacer frente a ataques, especialmente en el norte de Israel, con todo tipo de vehículos aéreos no tripulados y misiles a distancias precisas. En las últimas semanas, Israel sufrió un ataque con misiles lanzados desde territorio libanés que impactaron en una base militar de la unidad Golani, hiriendo y matando a soldados mientras almorzaban. Esto nos muestra que Israel, con toda su tecnología y servicios de inteligencia, aún no ha podido poner fin a la amenaza constante, no lo suficiente como para restaurar la seguridad de sus ciudadanos que se vieron obligados a abandonar sus hogares en la zona del conflicto. Esto nos demuestra que la organización terrorista todavía tiene un gran arsenal que utilizar, como explica el exjefe de la división de investigaciones del AMAN, el general de brigada Yossi Kuperwasser: “A pesar de los duros golpes que ha sufrido Hezbolá recientemente, todavía tiene capacidades , como cohetes de largo alcance con los que intenta dejar algo de su dignidad restante. La organización terrorista chiita trabaja con determinación para demostrar que todavía es capaz de aterrorizar, a pesar del daño causado por las FDI a la cadena de mando”.

Hay que estar atentos a esto último, Hezbollah se ha armado con miles de misiles, según estimaciones son más de 100.000, y todavía existe la amenaza de los hutíes de Yemen, todo ello bajo las alas de Irán. Cantar victoria es demasiado pronto y alcanzar un alto el fuego no significa el fin. Como vemos, el hecho de que Hezbollah siga disparando misiles significa que no disuadimos a la organización, y mientras Irán siga amenazando, el terrorismo siempre tendrá la oportunidad de reagruparse y atacar. Los hechos lo demuestran.

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