Nuevas perspectivas entre Israel y América Latina, entre amistades y oposiciones ideológicas
Por NathanGreppi — 29 de junio de 2025
Fuente: Bet Magazine Mosaico

Cuando se habla de América Latina, Israel siempre ha tenido altibajos: si con Argentina las relaciones han mejorado enormemente tras la elección en 2023 de Javier Milei, en Colombia, después del 7 de octubre y el estallido de la guerra en Gaza, el actual presidente Gustavo Petro cortó las relaciones diplomáticas con el Estado Judío. Mientras tanto, en Brasil, al mejorar los lazos bajo la presidencia de Jair Bolsonaro le siguió un claro empeoramiento tras el retorno al poder de Lula.
En el intento de cultivar buenas relaciones entre su continente y Israel, Milei ha propuesto recientemente un proyecto conocido como los “Acuerdos de Isaac”, tomando como modelo los Acuerdos de Abraham entre Israel y países árabes.

Para entender la naturaleza del proyecto y en qué contexto nació, hablamos con Gastón Saidman, analista israelí nacido en Argentina y especializado en relaciones entre Medio Oriente y América Latina. Sus artículos han aparecido en The Times of Israel.
¿En qué se basa la idea de los Acuerdos de Isaac?
G.S-A partir del fortalecimiento de los vínculos entre Israel y Argentina, se espera que en el futuro se desarrollen diversos proyectos destinados a consolidar aún más esa relación. Para que esto sea posible, Argentina debe integrarse o al menos acercarse a la cultura y las tradiciones de Medio Oriente; es decir, comprender a fondo sus valores para construir un vínculo más sólido y significativo.
Los Acuerdos de Isaac se presentan como una continuación del camino iniciado por los Acuerdos de Abraham: fomentar el diálogo entre judíos, musulmanes y cristianos, reconectando lazos históricos que deberían unir a estas comunidades y sentar las bases para una paz duradera en la región.
¿Por qué Isaac?
G.S.: Debemos explicar a Occidente que la tradición ocupa un lugar central en las religiones semíticas. Por eso, Abraham —patriarca de las tres religiones monoteístas— fue el primero en ser mencionado. Pero ahora, para dar continuidad a ese camino, Israel y Argentina han firmado los Acuerdos de Isaac, con la intención de integrar a Argentina en esta familia espiritual y, al mismo tiempo, acercar a Israel al resto de América Latina, o al menos, eso es lo que se espera.
Isaac, hijo de Abraham y Sarah, representa un símbolo de fraternidad.
Más allá de los proyectos concretos que puedan surgir a partir de estos acuerdos, la idea de fondo es unir a los pueblos y contribuir a la resolución de los conflictos.
Desde que Javier Milei es presidente de Argentina, ¿qué ha cambiado en las relaciones con Israel respecto a los gobiernos de los Kirchner?
G.S.: El cambio ha sido profundamente significativo en comparación con los gobiernos anteriores, no solo con el de Cristina Fernández de Kirchner, sino también con el último mandato de Alberto Fernández.
Desde su campaña electoral, el presidente Milei ha expresado públicamente un firme apoyo a Israel. Ha demostrado un profundo respeto por la comunidad judía argentina la más numerosa de América Latina y un claro interés por fortalecer los lazos con Israel, no solo en el plano bilateral, sino también en el ámbito de la política internacional, posicionándose como un aliado estratégico y moral.
Uno de los gestos más simbólicos fue elegir a Israel como su primer destino oficial al asumir la presidencia, donde fue recibido con altos honores. Durante su visita, y en declaraciones ante el Parlamentoisraelí, anunció su intención de trasladar la embajada argentina a Jerusalén, un acto político de gran peso que marca una ruptura con la postura de los gobiernos anteriores, que mantuvieron la sede diplomática en Tel Aviv en línea con la mayoría de la comunidad internacional.
Con esta decisión, Milei rompió con la tradición histórica y tendió una mano firme hacia Israel.
Además de la embajada, ¿puede citar otros ejemplos de esta cercanía hacia Israel?

G.S.: Si analizamos sus intervenciones en foros internacionales, vemos que ha votado en contra del reconocimiento de un Estado palestino, revirtiendo así la postura adoptada durante la administración Kirchner, que en ocasiones llegó a comparara Israel con regímenes islámicos radicales.
Es importante destacar que el nuevo gobierno argentino ha sido mucho más claro y firme al diferenciar entre organizaciones que respaldan la causa palestina y aquellas que son abiertamente terroristas, lo que demuestra no solo coherencia política, sino también un notable coraje.
Israel tiene relaciones tensas con países como Brasil, Cuba y Nicaragua, y Colombia incluso rompió relaciones diplomáticas después del 7 de octubre. ¿Por qué tantos gobiernos latinoamericanos muestran hostilidad hacia Israel?
G.S.: La respuesta está determinada por múltiples factores. Comencemos con el caso de Cuba. En 1982, Fidel Castro reconoció oficialmente a la República Islámica de Irán, lo que permitió que la influencia iraní de carácter negativo y desestabilizador comenzara a expandirse por toda Centroamérica.
Durante más de cuatro décadas, Irán ha trabajado sistemáticamente para infiltrarse en la cultura política de numerosos países del Tercer Mundo, especialmente en América Latina. Mientras tanto, Israel se mantuvo enfocado en fortalecer sus vínculos con las potencias occidentales, dejando así un vacío en la región.
Un vacío que Irán no tardó en llenar.
¿Cómo lo hizo?
G.S.: Irán entendió algo fundamental: que muchos países latinoamericanos influenciados por Cuba se definían a sí mismos como combatientes contra el imperialismo, principalmente el liderado por Estados Unidos. A partir de esa percepción, se forjó un enemigo común. Durante más de 40 años, Irán logró convencer a buena parte de la izquierda latinoamericana de que estaban luchando juntos contra el mismo adversario.
Pero en realidad, lo que Irán hizo fue introducir su ideología radical, terrorista y criminal en las instituciones y en la conciencia colectiva de muchas sociedades de la región.
Y no se limitó solo a la ideología: también sembró células terroristas, algunas de las cuales ya han actuado como quedó trágicamente demostrado en los atentados en Buenos Aires durante los años 90.
Por eso, si durante décadas la comunidad internacional ignoró lo que ocurría en América Latina y no le prestó la atención que merecía, no debería sorprendernos que hoy exista una generación adulta impregnada de una ideología profundamente antioccidental, sin ser plenamente consciente de haber permitido la infiltración de actores violentos.
Dicho esto, tengo la esperanza de que países como Colombia rectifiquen su posición. Estoy convencido de que eso sucederá cuando el actual gobierno sea reemplazado. Colombia ha sido históricamente una gran aliada de Israel, pero hoy está gobernada por una visión distorsionada del llamado “socialismo del siglo XXI”, fuertemente influenciada por el legado del fallecido Hugo Chávez.
Históricamente, ¿qué países latinoamericanos han sido más amigables con Israel? ¿Y cuáles, en cambio, los más hostiles?
G.S.: Empecemos por Colombia. A lo largo de la historia, las relaciones entre Colombia e Israel han sido excelentes. Colombia ha colaborado estrechamente con Israel, especialmente en el ámbito comercial, y ha recibido un apoyo significativo en materia militar y tecnológica por parte del Estado israelí.
Mantengo contacto frecuente con senadores colombianos que forman parte de la oposición al presidente Petro, y puedo asegurar que, si bien durante esta administración las críticas hacia Israel han sido duras, la ruptura total de las relaciones diplomáticas fue percibida como un error. Incluso, en conversaciones con miembros del propio gobierno colombiano, algunos han reconocido que no consideraron esa decisión como positiva y la han calificado de perjudicial para Colombia.
En cuanto a Chile, históricamente ha intentado mantener una postura neutral en el conflicto entre Israel y Palestina. El país alberga una de las comunidades palestinas más grandes fuera del mundo árabe, lo cual ha influido en su enfoque político. Personalmente, no describiría la posición tradicional de Chile como hostil, sino más bien como equilibrada y respetuosa. Sin embargo, con la llegada del presidente Gabriel Boricquien ha expresado abiertamente su rechazo hacia Israel y ha tomado medidas drásticas como la suspensión de relaciones diplomáticas la situación claramente se ha tensado.
En general, no se puede clasificar a los países latinoamericanos de manera tajante como “pro-Israel” o “anti-Israel”, ya que sus posturas suelen variar con los cambios de gobierno. Sin embargo, es cierto que hay países que, de forma más consistente, han mostrado afinidad hacia Israel, y otros que, por el contrario, han mantenido una actitud más crítica o directamente hostil.
El papel de la diversidad de origen y las comunidades palestinas
G.S.: Chile alberga la comunidad palestina más grande fuera de Medio Oriente, y países como Argentina y Ecuador han tenido presidentes de origen árabe. ¿De qué manera influye esto en la propagación del antisemitismo en América Latina?
En el caso de Argentina, los atentados contra la Embajada de Israel (1992) y contra la sede de la AMIA (1994) ocurrieron durante la presidencia de Carlos Menem, de origen sirio. Personalmente, no culpo directamente a Menem, sino más bien a su entorno. A día de hoy, todavía persiste el misterio sobre quiénes fueron realmente los responsables de esos ataques.
En cuanto a Ecuador, es un país cuyo actual presidente ha visitado recientemente Israel, y las relaciones bilaterales son muy positivas. De hecho, Ecuador fue uno de los países que votó a favor de la creación del Estado de Israel en 1947. Aunque ha habido altibajos a lo largo del tiempo, hoy podemos afirmar que las relaciones entre ambos países atraviesan un muy buen momento.
¿Cuál es la posición de El Salvador actualmente?
G.S.: En El Salvador, el presidente Nayib Bukele es de origen palestino. Su relación con Israel es actualmente muy buena, y se espera que continúe mejorando. Bukele ha sido muy hábil al diferenciar entre la sociedad palestina y Hamás, declarando que esta última es una organización terrorista que solo perjudica a los propios palestinos.
Estas palabras tienen un peso especial, ya que provienen de un hombre que, por sus raíces, siente un profundo interés por la situación del pueblo palestino, por lo que deben tomarse en serio.