Israel y El Salvador ante un futuro prometedor
Por: Gastón Saidman

Al hablar de la lucha por la independencia en los países latinoamericanos, encontramos una amplia información sobre la historia de héroes, figuras militares y países específicos que participaron en el proceso de liberación del colonialismo español. En esta historia, El Salvador representa la resiliencia de la población local en su negativa a renunciar a sus tradiciones, y mucho menos a formar parte de una coalición territorial, como se deseaba en la década de los años 20 del siglo 19 con la creación de las Provincias Unidas de Centroamérica. Oficialmente, El Salvador obtuvo su independencia en 1838, pero el país experimentó numerosas revoluciones y conflictos militares hasta el siglo XX, en los que la población local defendió valientemente su legado y orígenes. En esto, ya podemos ver un denominador común con el pueblo de Israel, que, amenazado por diversos frentes, lucha constantemente por defender su territorio de todas las amenazas externas. La historia los une; hoy existe potencial para la cooperación, y el porvenir será un futuro de gran cohesión.
Entre el pueblo judío y El Salvador
En medio de todos los altibajos, la relación entre el pueblo judío y El Salvador puede resumirse como muy buena. Esta amistad comenzó incluso antes del establecimiento del Estado de Israel durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto en Europa, que cobró la vida de seis millones de judíos. En medio de todo este caos, El Salvador fue uno de los pocos países que ayudó a miles de judíos europeos a escapar y los aceptó, otorgándoles la ciudadanía salvadoreña.
Debemos profundizar en la política interna de El Salvador para comprender su cultura política y los cambios que experimentó durante el siglo XX. De esta manera, podemos distinguir entre la postura de abstenerse de votar sobre el Plan de Partición de las Naciones Unidas el 29 de noviembre de 1947, pero al mismo tiempo, antes del establecimiento del Estado de Israel, dada la gran ayuda que brindó para salvar vidas judías, El Salvador fue uno de los países pioneros en apoyar la idea del establecimiento del Estado sionista.
Los dilemas internos entre la izquierda y la derecha, junto con la gran migración de palestinos a El Salvador, influyeron naturalmente en el proceso de toma de decisiones al votar en foros internacionales como la ONU, de ahí su abstención en 1947, a favor o en contra de Israel. Sin embargo, las relaciones diplomáticas se establecieron oficialmente en la década de 1970, y en 1986 se instauro una embajada de El Salvador en Jerusalén. La ciudad incluso tiene una calle que lleva el nombre de El Salvador, e Israel tiene una plaza con su nombre en el país centroamericano.
Esto no significa que no haya diferencias. Es bien sabido que existen críticas a la política de Israel en el ámbito diplomático internacional, y El Salvador no es ajeno a ello. En 2006, trasladó su embajada de Jerusalén a Tel Aviv, en parte debido a la presión internacional. Israel, por razones presupuestarias, cerró su embajada en El Salvador, pero las relaciones continuaron después de eso, y hoy, bajo la administración de Bukele, se respira un ambiente muy positivo, con interés en fortalecer esta amistad y cooperación, que, como mencioné al principio, comenzó mucho antes del establecimiento del Estado de Israel.
El Salvador cuenta con una gran comunidad evangélica con fuertes vínculos con Israel y el pueblo judío, y el actual presidente salvadoreño siempre ha mostrado respeto por la fe en Dios y las diferentes religiones.
Como hijo del imán de la comunidad islámica salvadoreña, el Sr. Armando Bukele, fundador de cuatro mezquitas, y nieto de Humberto Bukele Salman, oriundo de Jerusalén y quien emigró a El Salvador en 1921, la conexión del presidente con estos países de Oriente Medio es más genuina que la de muchos líderes latinoamericanos actuales. Por lo tanto, Bukele es uno de los pocos líderes hispanos que distingue claramente entre el pueblo palestino y la organización terrorista Hamás. Esto se puede comprobar en declaraciones públicas en las que expresó su desprecio por Hamás y afirmó que lo mejor que le podría pasar al pueblo palestino sería acabar con esta organización maligna.¡Aunque parezca sencillo, lo dicho requiere mucho coraje!

El presidente Bukele inició su relación con Israel mucho antes de lanzar su campaña presidencial. Siendo un joven político prometedor, llegó a Israel por invitación de la entonces subsecretaria de Estado Tzipi Hotovely y de Jack Rosen, presidente del Congreso Judío Americano. Adquirió conocimiento de primera mano sobre la industria de la tecnología de seguridad y logró negociar acuerdos para sus planes contra la delincuencia en El Salvador, algo por lo que su administración es bien conocida hasta el día de hoy.
El potencial de las relaciones
Podemos confirmar con hechos la fortaleza de esta amistad, como el Convenio de Cooperación Agrícola entre los dos gobiernos en el año 2010, y en un momento crítico que vivió El Salvador entre el 10 y el 20 de octubre de 2011, el famoso E12 que cobró vidas humanas y dañó seriamente la infraestructura local, Israel donó purificadores de agua, lo que ayudo aprevenir una ola de contagios y enfermedades.
Se puede decir que la base de las relaciones es buena, pero se puede mejorar.
Desde el inicio de su candidatura, Bukele ha logrado transformar El Salvador desde sus cimientos sociales y económicos, modernizando su política en el ámbito social y empresarial, creando un clima dinámico y positivo para la inversión. Hoy, se puede afirmar que El Salvador es un país relevante y bien posicionado en el mercado global. Para finales del 2023 se vio un crecimiento en el rubro turístico con ganancias de 3.700 millones de dólares en divisas, y se espera que esta cifra crezca un 20% más.

En cuanto al comercio con Israel, el catálogo de oportunidades que ofrece el actual gobierno salvadoreño abarca no solo el turismo, base de su economía, sino también el sector farmacéutico, la industria del plástico, la agricultura y una serie de leyes que permiten una inversión más segura para los emprendedores, gracias a mejores incentivos y beneficios fiscales.
El Salvador ha expresado en repetidas ocasiones su interés en mejorar las relaciones comerciales con Israel. Este sector ya está teniendo un impacto positivo, ya que, más allá de las guerras que enfrenta Israel y los cambios de política que llevaron, por ejemplo, a la reubicación de la embajada, el comercio siempre ha sido un factor positivo para ambas partes. En 2008, las exportaciones israelíes a El Salvador ascendieron a 13 millones de dólares y las importaciones a 300.000 dólares. En 2009, durante la crisis económica mundial, las exportaciones cayeron a 2 millones de dólares y las importaciones a 200.000 dólares, pero la cifra se mantiene. Los últimos registros, de 2022 hasta la fecha, indican que las exportaciones aumentaron a 12 millones de dólares.
Ahora debemos continuar la relación positiva entre las partes y asegurar que Israel reabra su embajada en El Salvador. Nos encontramos ante una ventana abierta de oportunidades, y con el gobierno de Bukele, es momento no solo de disfrutar de lo logrado, sino también de redoblar nuestros esfuerzos para asegurar que los resultados positivos se mantengan y aumenten.